REPÓKER DE CAMPEÓN

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CAMPEÓN DEL MUNDO (18-12-2011)

domingo, 22 de abril de 2012

Somos… Y seremos

Tan importante como saber ganar, en la vida hay que saber perder. Cuando uno ha alcanzado la cima tantas veces, cuando ha probado las mieles del éxito, cuesta asimilar una derrota. Y más si se produce ante el eterno rival, en tu Estadio, ante tu afición, entregada como en las grandes ocasiones (impresionantes el mosaico y el himno "a capella" de los prolegómenos). Casi cien mil personas creían que el milagro era posible. Este equipo, el Barça de Guardiola, nos ha malacostumbrado durante estas cuatro temporadas. Una tras otra, ha superado retos que parecían imposibles. Ayer no pudo ser.

Sin embargo, lejos de buscar excusas, el discurso, uno por uno, de los integrantes del plantel y del propio técnico fue absolutamente deportivo. Todos dieron la cara, todos asumieron sus propios errores, ninguno se escudó en arbitrajes (y eso que el primer gol fue, cuando menos, dudoso), campañas orquestadas, menor descanso por el calendario... Lo único que lamentaron fue no seguir dando alegrías a esa afición que supo reconocer su esfuerzo y agradecer todo lo logrado hasta el momento animando hasta el final, estando con sus jugadores cuando sus fuerzas flaqueaban.

Efectivamente, la Liga se perdió ayer. No matemáticamente, pero sí virtualmente. Para mí, el encuentro tuvo varias claves. En primer lugar, en los once escogidos: para mí, Guardiola se equivocó esta vez. Supongo que él más que nadie sabe cómo están sus futbolistas, pero, desde mi punto de vista, no te puedes jugar el partido crucial de la Liga con los dos fichajes estrella en el banquillo y darle la responsabilidad a dos chavales del filial como Thiago y Tello. Se me ocurren dos posibles razones: o el de Santpedor intuía que, aun poniéndose a un punto, la Liga sería imposible y apostó por reservar a Cesc y Alexis para el martes; o ambos están físicamente muertos (en el caso del canterano, es más que evidente que su rendimiento no pasa por su mejor momento).

En segundo lugar, el planteamiento, para mí, fue equivocado. Me sorprendió muy gratamente la alineación de Mourinho porque me esperaba un rival mucho más conservador. A priori, me frotaba las manos pensando en que, si los jugadores culés hacían su juego, no sólo ganarían el partido sino que podrían haber goleado otra vez a los blancos. Sin embargo, en ningún momento se aprovechó la superioridad de medios en el centro del campo: se abusó de la conducción en lugar de asegurar el pase, las imprecisiones fueron constantes en controles y pases fáciles, cada jugador hacía la guerra por su cuenta... Más que ayudarse, Busquets, Thiago, Xavi e Iniesta se estorbaban. A pesar de salir con defensa de tres y dos extremos (Tello y Alves), en contadas ocasiones se buscó el espacio o el desborde ante jugadores que, desde mi punto de vista, eran bastante inferiores en velocidad (Arbeloa y Coentrao). La defensa blanca vivió tranquila anulando las conexiones con Messi, al que tapaban cuatro jugadores (Pepe-Ramos-Khedira y Alonso).

En tercer lugar, se reaccionó tarde con los cambios. El partido pedía a gritos otra referencia que acabara con las facilidades del frontón de dos líneas ordenadas que tenía nuestro rival. No fue casualidad: Alexis saltó al campo y la casi el primer balón que tocó lo enchufó. La explicación es sencilla: su presencia creó dudas, fijó a los centrales, que ya no sabían si taparlo a él o a Leo, y el argentino pudo zafarse de su vigilancia. Lástima que la corriente favorable del gol durara sólo dos minutos: los que tardó CR en aprovechar los huecos de la defensa de tres. Un gol que supuso un auténtico mazazo para el Barça, que ya sí que no dio pie con bola hasta el final.

Desde mi punto de vista, el partido se perdió por errores propios más que por mérito del rival. Eso sí: ellos son justos campeones de Liga. Y lo son porque, no nos engañemos, la competición no se perdió ayer: se empezó a perder en otros campos, como Getafe o Pamplona, donde el equipo no estuvo a la altura de otros años. No es una crítica hacia los jugadores, a los que no se les puede reprochar nada: con tres títulos en el zurrón y en la final de Copa, tiene ante sí el reto de alcanzar también la de la Champions el próximo martes. Ha peleado en todos los frentes hasta el final, mermado por golpes importantes, como la enfermedad de Vilanova o las lesiones de Afellay (una vez adaptado al equipo, el holandés habría tenido un papel importante a la hora de rotar a los titulares por su polivalencia), de Villa (cómo se han echado en falta los veinte golitos que asegura el asturiano cada año) y Abidal (ayer especialmente se hubiera prodigado en ataque y habría generado superioridad en la banda izquierda), a las que hay que añadir los continuos problemas físicos de Alexis y Pedro (otro que aseguraba quince o veinte dianas por año).

Sin embargo, independientemente de lo que ocurra el martes, este no es el final de este equipo. La grandeza del deporte reside en saber levantarse cuando uno se cae. A pesar de la derrota, SOMOS el mejor equipo del mundo. Y lo SEREMOS mientras sigamos manteniendo nuestra identidad. Esa que, aun en los peores momentos, es irrenunciable.

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