REPÓKER DE CAMPEÓN

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CAMPEÓN DEL MUNDO (18-12-2011)

domingo, 25 de noviembre de 2012

Te amo Barça



Cuando se gana de la manera que se ha ganado en el Ciudad de Valencia, los titulares, las ideas, las palabras vienen solos. El F.C. Barcelona pone la directa (y de qué manera) tanto en Liga como en Champions (he estado muy atareada esta semana y me ha sido imposible valorar la importante victoria en Moscú, que deja al equipo clasificado para los octavos de la máxima competición continental, a falta de una jornada, como primero de grupo). Desde mi punto de vista, lo de hoy es, si cabe, un paso más hacia la excelencia que se busca continuamente en este club desde hace unos años. Por varios motivos.

Partidazo (una vez más) de Messi, por supuesto, cada vez más cerca del torpedo Müller. Se merece el bueno de Leo no el Balón de Oro, sino un premio creado especialmente a su medida. Pero tiene en su compañero de equipo, Andrés Iniesta, un serio competidor. El crack de Fuentealbilla firmó su partido más completo de la temporada, con tres asistencias y un gol. El hombre del encuentro, sin lugar a dudas, con permiso de Messi, que lleva ocho dobletes y un hat-trick en lo que llevamos de año.

Pero si hay algo por lo que el partido va a pasar a la historia, además de por los once puntos de ventaja (¡once!) y de conseguir el mejor arranque liguero, es por un dato que se produjo con la lesión de Dani Alves: la entrada de Montoya, anecdótica en cualquier otro partido, completaba un once (¡once!) totalmente formado en La Masía. El sueño de Pep, el de todos los culés, se hacía realidad: el equipo jugó con once chavales (¡once!) de la casa, todos luchando como jabatos, desde Valdés (otro que cuajó un encuentro sensacional, deteniendo hasta un penalty a Barkero) hasta el mejor del mundo, Leo Messi. Línea por línea, puesto por puesto, once canteranos (¡once!) sintiendo ese escudo legendario. Otro motivo de orgullo, además del estilo implantado desde hace varias décadas en este club, irrenunciable cuando se gana y, sobre todo, cuando se pierde.

Hablando de penas máximas en contra, el líder lleva sólo una a favor y tres en contra. En cambio, el equipo de Mou, ese que cuando pierde se queja de todo menos de su planteamiento, lleva casi veinte meses sin ver cómo le tiran uno a Casillas. Por si fuera poco, su pichichi, si le quitamos los cinco que lleva desde los once metros (¡once!), no llegaría ni a la mitad de los de Messi. Debería mirar más las actuaciones arbitrales antes de hablar ese portugués que ayer sacó su recital de lloriqueos: afición, portavoz, jugadores, árbitro y calendario. Sólo le faltó el "dopaje", pero para eso demanda alguien que no le haga quedar como el "malo" de la película en su club.

Jornada histórica. Como sevillana, me enorgullece también que nuestro eterno rival se marche de mi tierra sin seis puntos: los que perdió en el Pizjuán y los de ayer. Hay un refrán por aquí que lo ilustra perfectamente: "Quien fue a Sevilla, perdió... La Liga".

lunes, 19 de noviembre de 2012

Viento en popa



Cuando el juego no acompaña, al menos la victoria es un consuelo. Esa debe ser la conclusión principal del compromiso liguero que el pasado sábado disputó el F.C. Barcelona ante el Real Zaragoza en el Camp Nou. Un encuentro en el que el colectivo no brilló, pero los tres puntos se quedaron en Barcelona, gracias al de siempre: Leo Messi. El argentino anotó dos de los tres tantos de su equipo y asistió a Song para que el camerunés se estrenara como goleador culé. Fue, sin duda, el hombre del partido.

A mí personalmente las semanas con compromisos internacionales me dan miedo. He de confesar que, si el Barça juega en casa, un poco menos; pero si ha de salir fuera, desde mi punto de vista, las posibilidades de traspiés se multiplican. De hecho, creo sinceramente que, de haberse disputado en La Romareda, igual no estaríamos hablando de una victoria del líder. Nuestros jugadores se recorren medio mundo para jugar partidos en condiciones que hacen peligrar seriamente su vuelta en perfectas condiciones (como en Panamá) y, además, el entrenador se pasa toda la semana bajo mínimos mientras el rival puede preparar tranquilamente el choque con todos sus efectivos. Es el precio que hay que pagar por tener a los mejores, es verdad, pero también lo es que, en algunos casos, son mucho más "comprensivos" con los jugadores de nuestros rivales.

Dicho esto, había buenas noticias de antemano: la recuperación de la defensa titular, con Piqué y Puyol. El capitán, por enésima vez, logró reducir los plazos en al menos quince días, y volvió para tratar de dar calma a la línea más débil del equipo en este inicio de temporada. Sin embargo, tampoco él pudo evitar que el primer disparo a puerta del Zaragoza (a la salida, cómo no, de un córner) se convirtiera en el 1-1 de Montañés (ex integrante de La Masía). Con la baja de Abidal y la salida de Keita, el Barça defiende mucho peor las jugadas de estrategia. Esperemos que Tito dé con la solución, porque en Liga la ventaja es buena, pero en Europa este tipo de errores se suelen pagar caros.

El equipo de Jiménez (que hace unas semanas dio un auténtico recital en el Bernabéu, a pesar de que también salió goleado de allí) no vino a encerrarse e incluso en la segunda mitad trató de disputar la posesión al todopoderoso Barça. Sin embargo, como dijo el técnico sevillano en rueda de prensa, ganaba quien tuviera a Messi. En condiciones de igualdad, Leo marca la diferencia. Cuando parecía que se iba a llegar con un resultado ajustado (2-1) a los minutos finales, el crack de Rosario se inventó un disparo desde fuera, pegado a la cepa del poste, inalcanzable para el guardameta maño. Le tiene la medida tomada al Zaragoza, ya que al conjunto aragonés le ha metido goles de muy bella factura.

Además de Messi, destacó el partido de Jordi Alba, cada vez más adaptado al estilo blaugrana, un auténtico puñal por la banda izquierda. Sus internadas y sus asociaciones con Messi fueron de lo mejor de la noche. Entre ambos fabricaron el 1-0 y alguna que otra ocasión peligrosa. Hay que añadir también la titularidad de Montoya, que sentó a Alves, probablemente por la tardanza del brasileño en el retorno de Brasil (aunque hay que reconocer que Dani no atraviesa por su mejor momento físico).

Así las cosas, nueva victoria y excelente inicio liguero de la aventura de Tito Vilanova al frente de este equipo. Sin tiempo para respirar, vuelve la Champions mañana mismo. Ante el Spartak de Emery, el Barça tiene la oportunidad de dejar sentenciado el pase a octavos a falta de una jornada. Allí se enfrentará a dos enemigos: los rusos y el general invierno.

3-1: Messi: http://vod.cope.es/audio/2012/11/17/audio_13531837085870878011.mp3

jueves, 8 de noviembre de 2012

La vergüenza



Decía Paco Jémez en la víspera del Rayo-Barça que a él le daría vergüenza plantear un partido como el del Celtic de Glasgow en Barcelona. Por lo visto ayer, a Neil Lennon no sólo no se la produjo, sino que preparó un calco del choque de hace quince días en la noche de ayer. Solo que esta vez, la moneda cayó de cara, porque los hombres de Tito fueron incapaces de derribar el muro defensivo que puso en liza el irlandés.

Y es que este todopoderoso Barça, el Barça de los catorce títulos en cuatro años, el Barça del triplete, del sextete, de las cinco copas, el equipo que mejor juega al fútbol del planeta, aún no ha aprendido a salir ileso de este tipo de partidos. Chelsea, Inter, Rubin Kazan, Celtic. Las derrotas ante rivales con oficio, que conocen sus armas y las explotan a la perfección (y con sorprendente rentabilidad) son demasiado frecuentes. El año pasado, en Londres, el Chelsea tiró una vez entre los tres palos: el gol de Drogba. Ayer, el conjunto escocés disparó tres veces: dos goles y una parada de Valdés.

Por el contrario, la delantera blaugrana no tuvo su día: Messi y Alexis estrellaron dos ocasiones en los postes. Y el portero local, Forster, también tuvo una destacada actuación, sacando varios balones decisivos cuando el resultado era aún corto (1-0). Lo que sucedió anoche lo hemos visto otras veces: el equipo estuvo demasiado atascado y se empecinó en entrar por el centro, mientras las ocasiones más peligrosas las generó Jordi Alba cuando tomaba la espalda por su banda. Por su parte, Alves siempre fue un extremo más, pero su función resultó engañosa: nunca desbordó ni buscó la línea de fondo, ni generó superioridad en su banda (cuando él subía, Pedro se iba al centro), ni siquiera encaró a su par en toda la noche. Preocupante estado de forma del brasileño, que debe espabilar ya.

Capítulo aparte merece la faceta defensiva. Sabiendo de sobras cómo se las gasta el Celtic a balón parado, no puede ser que en el primer córner rematen con semejante facilidad. No estoy criticando con ello a la zaga, sino al equipo entero, que no supo defender dicha jugada. El tanto les hizo creer en lo que hacían, y a medida que pasaban los minutos se crecieron, espoleados por una afición de sombrerazo. Con la lección aprendida del Camp Nou, no dejaron ninguna rendija por la que se pudiera colar la magia de Xavi (para mí, el mejor de la noche sin duda), Iniesta, Messi y compañía.

Evidentemente, se perdió por primera vez desde agosto. Evidentemente, es un varapalo. Evidentemente, se dejó pasar la oportunidad de dejar sentenciado el grupo y centrarse en Liga y Copa en exclusiva. Evidentemente, si había un momento en el que el Barça se podía permitir una derrota era este. Un tirón de orejas nunca viene mal a tiempo. A veces es preferible perder que empatar: las derrotas son más escandalosas que los empates. De hecho, la temporada pasada se empató en exceso y la suma de puntos, aunque no fuera de tres en tres, impidió que el equipo corrigiera los fallos que cometía, que hiciera propósito de enmienda.

El fracaso llegó, no obstante, sin renunciar al estilo. El Barça tuvo la posesión más larga de la historia (89%, 97% sólo en la segunda mitad). Es el otro fútbol, que, nos guste o no, a veces también gana (la Champions en las vitrinas del Chelsea es buena muestra de ello). Traducido a segundos, el Celtic tuvo, según la UEFA, cuarenta y siete segundos el balón en la segunda parte (quizás los que transcurrieron desde el saque del portero al segundo tanto, de Watt). Pero a Lennon, repito, no le dio vergüenza por ello.
En cambio, Messi, tantas veces el hombre del partido, tantos balones que colecciona en casa por materializar hat-tricks, celebró cabizbajo, sonrojado, su gol. El primero, paradójicamente en una derrota, que dedica a Thiago. Alguien como él, acostumbrado a las mieles del éxito, no pudo evitar anoche la debacle de su equipo. Conociéndolo como lo conocemos, seguro que desde ya tiene ganas de revancha.

lunes, 5 de noviembre de 2012

Un Barça de récord



La del sábado tenía que ser la noche de Messi. El argentino estrenaba, exultante, Bota de Oro (que ofreció al Camp Nou en los prolegómenos del encuentro) y, lo que es más importante: su paternidad. Su anhelado primogénito, Thiago Messi, había venido al mundo en la tarde del viernes, sobre las 17:15 horas. Esta vez no resultó, como en otras tantas ocasiones, una falsa alarma: todo estaba tan programado que su novia, Antonella, había ingresado en esa misma mañana y la criatura nació a las pocas horas. Era el guion perfecto para que Leo lo cerrara con una actuación antológica, de esas que se recuerdan siempre.

Había tantas ganas en el ambiente que se consiguió el efecto contrario: Messi no sólo no marcó, sino que sucumbió a la ansiedad, se obcecó en determinadas ocasiones y hasta a punto estuvo al final de lesionarse. Al crack argentino le pudieron las ganas, e incluso falló en lo que suele destacar: la velocidad de definición. Javi Varas (otra vez Javi Varas) se interpuso una y otra vez en su camino hacia el gol: el guardameta sevillano no entró a ninguno de sus amagos, se mostró bien posicionado en sus dos intentos de vaselina y volvió a mostrar sus reflejos en sus lanzamientos a bocajarro.

Tuvo que ser un ex compañero del portero celtiña, Adriano, el que acabara con su imbatibilidad, gracias a un centro de Pedro. El brasileño, comodín donde los haya (creo que en su carrera habrá jugado de todo), se lesionó poco después, por lo que agrava los problemas de Tito Vilanova para configurar la defensa ante el Celtic de Glasgow el miércoles. Por fortuna, Piqué ha recibido ya el alta médica, pero la zaga sigue escasa de efectivos y el técnico culé se ve obligado, partido sí, partido también, a improvisar una diferente.

Es precisamente la falta de aclimatación de la defensa una de las claves de la cantidad de goles que viene encajando Víctor Valdés. Para que el Barça funcione con su engranaje habitual, cada pieza ha de realizar su función a la perfección. Sin embargo, la falta de continuidad en los hombres que actúan en la línea de atrás genera dudas, fallos de posición, que en ocasiones resultan letales. Así fue como llegó el tanto del empate del Celta, obra de Mario Bermejo, que culminó una contra perfecta del conjunto gallego.

Casi sin tiempo para respirar, David Villa, que volvía a salir de titular, aprovechó de nuevo sus minutos para anotar el segundo gol. El Guaje fue el auténtico protagonista del choque, un "invitado" inesperado a la fiesta de Messi, ya que generó la jugada del segundo con un taconazo a Iniesta (que acabó rematando él mismo) y propició, con otra asistencia de tacón, el tercero, de Jordi Alba, en claro fuera de juego. El 3-1 sentenciaba el encuentro y sitúa al Barça de Tito Vilanova como el equipo con el mejor arranque de la historia del club, con 28 puntos de 30 posibles. Un auténtico hito que pulveriza este equipo, que sigue sediento de títulos. Ostenta, además, el liderato en solitario, gracias a la derrota del Atleti en Valencia.

El miércoles, de conseguir la victoria, el Barça lograría el pase a octavos de final de la UEFA Champions League, lo que permitiría centrarse prácticamente en exclusiva en la competición liguera hasta febrero y dosificar a los hombres que más minutos están acaparando por las lesiones de sus compañeros, como Mascherano o Busquets. El conjunto escocés es peligroso en su estadio, pero los hombres de Vilanova han demostrado que son capaces de superar los obstáculos más difíciles.