REPÓKER DE CAMPEÓN

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CAMPEÓN DEL MUNDO (18-12-2011)

domingo, 5 de junio de 2011

¿Un club més?

Desde que tengo uso de razón, soy del Barça. Sé que no descubro nada a nadie, pero tengo que empezar así para que todo lo que voy a escribir adquiera sentido. Mi pasión culé ha crecido enfermizamente a medida que han pasado los años, hasta el punto de que ahora no me da reparos reconocer ya no tengo curación. Ni la quiero.

Como barcelonista de pro, siempre he seguido todo lo que tenía que ver con el club de mi corazón. Y eso que antes de la era de internet era difícil seguir los contados partidos televisados del equipo de baloncesto (tiempos de Aíto García Reneses, de Xavi Fernández, de Roberto Dueñas...) y, sobre todo, del de balonmano, en las exitosas temporadas en las que, como en la actual, nadie nos tosía, con Valero Rivera en el banquillo. De hecho, puedo decir que el nombre de Iñaki Urdangarín me sonaba mucho más por sus habilidades deportivas que por su compromiso con la Infanta Cristina.

Por supuesto, la digitalización lo volvió todo más fácil: me ha bastado con hacer click en la web del club para conocer, de primera mano, qué resultados habían obtenido a lo largo del fin de semana desde los alevines del fútbol hasta los integrantes del equipo de atletismo, pasando por las secciones de voleibol, fútbol sala, hockey o béisbol.

A mí personalmente me llena de orgullo que no sólo el primer equipo sea referencia mundial. Me encanta que la sección de balonmano, que el año pasado perdió en un minuto la final de la Copa de Europa ante el Khiel, este año se haya sacado la espina levantando el trofeo, además de la ASOBAL. O que la de baloncesto, a la que sólo le faltó la Liga ACB la campaña anterior, se haya vengado del verdugo de entonces y se haya metido por la vía rápida (3-0) en la final del play-off, después de haber sido, con todo merecimiento, primero en la fase regular del torneo. O que los chicos del fútbol sala, que lo llevan ganado todo esta temporada, alcancen la gloria después de haber pasado un infierno antes de volver a la División de Honor de este deporte.

Es de necios negar que la mayor parte de la repercusión de la entidad la alcanza con el fútbol. La filosofía de juego implantada desde los noventa, el trabajo con la cantera, exhibiciones ante el mundo entero como la de Wembley y gestos como el de Puyol dejando levantar la que hubiera sido su tercera Champions a Abidal forman parte del lema que siempre ha abanderado el F.C. Barcelona: Més que un club.

Sin embargo, desde mi punto de vista, dos acciones recientemente llevadas a cabo por la nueva directiva culé atentan directamente contra esa idea de la entidad. Una de ellas, ya asumida: la venta de la camiseta a Qatar Foundation, que ocupará el espacio antes reservado en nuestra elástica a UNICEF, relegada a la parte trasera desde la próxima campaña. La segunda, también sorprendente, se hacía pública hace unos días: limitar cada año un 1% el gasto de las secciones en el club (actualmente, el 10% del presupuesto estaba destinado a ellas; dentro de cinco años, se habrá reducido al 5%, la mitad); suprimir la sección de béisbol; y limitar la competitividad del resto de las secciones no profesionales, restringiéndola al ámbito catalán, única y exclusivamente.

El 1 de junio, tres días después de que el mundo entero se enterara de lo que significa ser "Més que un club", se empezaron a poner las bases para convertirnos en "Un club més". No me gusta nada la idea. En lugar de criticar que no se disfruta el éxito lo suficiente, el presidente del F.C. Barcelona debería reflexionar sobre la profunda herida que las medidas que está tomando causan a miles de seguidores de la entidad en todo el mundo.