Puede que deambule por el campo, que llegue
tarde a la presión, que desaparezca por momentos de los partidos. Puede que su
participación a nivel de creación sea menor porque juega más arriba, puede que
no le salga un regate, puede que falle algún gol cantado. Pero entonces, cuando
menos lo esperas, aparece para solucionar, él solito, un embrollo y desatascar
a su equipo, que no encontraba el norte en Pamplona. Cinco minutos, sólo cinco,
le bastan a Leo Messi para dar la vuelta a un marcador que se había puesto muy
cuesta arriba y que apuntada a un descalabro similar al del año pasado.
Efectivamente, no descubro
nada a nadie si afirmo que el partido del pasado domingo ante Osasuna fue de lo
peor que le hemos visto al Barça de Tito. Es cierto que las circunstancias
"invitaban" a ello: el encuentro estaba en mal sitio en el calendario,
entre dos Clásicos, después de una exhibición ante el eterno rival, pero con un
resultado corto que hay que ir a defender al Bernabéu. Siempre es complicado
acudir al Reyno de Navarra. Siempre. Sea porque nieva (el año pasado nos
quedamos "congelados"); sea porque es un terreno de juego pequeño,
con la afición muy encima; sea porque nos encontramos al principio de la
temporada; o sea porque hay que ir dosificando a la plantilla, porque esto es
sólo el comienzo, se trata de un difícil compromiso en el que puedes perder
mucho más de lo que ganas.
Sin embargo, en esta ocasión,
el botín ha sido doble: el Barça ha sumado sus tres puntitos y su eterno rival
cayó en el campo del Getafe, por lo que la ventaja ante ellos se incrementa en
cinco puntos. Obviamente, no hay que lanzar las campanas al vuelo: se llevan
disputadas sólo dos jornadas. Pero a nadie se le escapa que ni el más optimista
hubiera pensado que el conjunto culé obtendría esta renta tan pronto. Si
tenemos en cuenta los escasos tropiezos que se han permitido los equipos que
han resultado campeones en los últimos años, incluso me atrevería a afirmar que
la situación es idílica. Aunque queda un mundo, todo es más fácil si se gana,
si la pelotita entra.
Los goles de Messi sirvieron,
pues, para tapar las "vergüenzas" que el Osasuna de Mendilíbar puso
al descubierto: sin concentración, sin pressing y sin ganas, el todopoderoso
Barça se queda en un equipo vulgar que puede perder ante cualquier rival.
También quedó patente que, pese a que hay que dosificar a determinados
componentes de la plantilla, Xavi es, hoy por hoy, absolutamente indispensable
en el esquema táctico del equipo. Es esa brújula que encuentra el camino, el
que asienta el juego, el que lo dirige magistralmente. Su entrada en el segundo
tiempo supuso el principio del fin del dominio rojillo. Y no fue casualidad.
Me preocupa ciertamente el
bajo nivel en el que los dos fichajes del año pasado se encuentran:
Alexis y Cesc, Cesc y Alexis están en una alarmante baja forma. En el caso del
chileno, creo que no juega en su sitio y no se siente cómodo: para mí, el
centro es su hábitat natural y no la banda. A pesar de su baja estatura, el
Niño Maravilla sabe fajarse en el cuerpo a cuerpo con los centrales y desde ahí
abrir hueco a sus compañeros. Por contra, en el caso del catalán, ni siquiera
con la libertad de movimientos que tanto echaba de menos el año pasado (así lo
afirmó el propio Fàbregas) consigue mejorar sus prestaciones para el equipo. Es
verdad, repito, que estamos al comienzo. Pero no es menos cierto que en un club
como el Barça, si no espabilas, juega otro. Así de sencillo.
Para terminar, dos asuntos
espinosos: Valdés y el arbitraje. Se había discutido la titularidad de Víctor
por su fallo ante Di María y la pantera de L'Hospitalet tardó dos minutos en
enmendar su cantada del jueves: justo cuando sacó a bocajarro la primera
ocasión del Osasuna. No sería la única intervención de mérito: si el Barça se
llevó la victoria fue en gran medida por su actuación, que sostuvo al equipo
con 1-0, pese a que podría haber habido más distancia en el marcador.
En lo referente al arbitraje,
es verdad que el tanto del empate culé comienza con un fuera de juego de
Alexis. También lo es que justo antes del gol local se señaló uno inexistente a
Leo Messi cuando ya encaraba solo al portero rojillo. Por lo demás, fue
demasiado riguroso en algunas acciones y permisivo con otras. Muñiz Fernández,
que no dejó satisfecho a ninguno de los dos equipos, se llevará el
"honor" de ser el primero en expulsar a Vilanova del banquillo.