REPÓKER DE CAMPEÓN

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CAMPEÓN DEL MUNDO (18-12-2011)

domingo, 18 de diciembre de 2011

D10S Y ETERNIDAD

Ya tenemos otro Barça de las Cinco Copas. Aquel equipo legendario de los años cincuenta integrado por Basora, César, Kubala, Moreno y Manchón, hoy ha sido igualado por Puyol, Alves, Xavi, Iniesta y Messi. Pero no es de justicia destacar sólo a cinco jugadores: la fuerza de este Barça de Guardiola reside en el grupo. En esos 21 jugadores (más los canteranos) que consiguen todo aquello que se proponen, que superan sus retos día a día, que maravillan al mundo entero con su fútbol.

En los mejores escenarios, en las finales que más aficionados congregan en los estadios y delante del televisor, ante los ojos del mundo entero, hoy el F.C. Barcelona ha acabado con una maldición que arrastraba desde 1992. Sí, ya sé que en las vitrinas del Museu hay una Copa Mundial de Clubes, pero fue conquistada en Abu Dhabi y ante un rival argentino. Las otras dos ocasiones en las que el Barça disputó este torneo, ambas en Japón, se llevaron el gato al agua dos conjuntos brasileños: el Sao Paulo de Raí y el Internacional de Porto Alegre de un jovencísimo Alexandre Pato. En los dos casos, el equipo azulgrana partía como favorito; pero tanto el Dream Team de Cruyff como el todopoderoso Barça de Frank Rijkaard, Ronaldinho, Deco, Eto'o y compañía, no supieron hacer valer esa supuesta superioridad.

Hoy Brasil, ese país donde el fútbol es una religión, donde se aprende a jugar antes que a hablar, se rinde ante la exhibición de toque y el torrente de creación de esos locos bajitos, que volvieron locos a los peixes. Guardiola dio una vuelta de tuerca al sistema: nueve canteranos de inicio (Valdés, Piqué, Puyol, Xavi, Iniesta, Cesc, Thiago, Busquets y Messi), defensa de tres (Alves ocupó el extremo) y, ante la falta de efectivos en la delantera (Afellay y Villa, tristemente, en Barcelona; Alexis y Pedro, con molestias), centro del campo al poder. El resultado fue una orquesta afinada, de melodía dulce y armoniosa. Una coreografía de baile perfecto, donde cada jugador se movía continuamente y abría espacios en la poblada defensa de cinco planteada por Ramalho.

Si algo sorprendía a propios y extraños era la posición táctica del Barça. Parecía que estaba jugando con veinte futbolistas. Cuando un brasileño robaba algún balón, apenas podía dar tres pases seguidos: ya era encimado por uno o dos culés. Anticipación, pase y movimiento. El vendaval azulgrana no estaba dispuesto a que se repitieran sinsabores de años anteriores: los chicos de Pep habían ido a llevarse la final. Por Villa, por Vilanova, por Afellay.

El mayor peligro de tener tanto todocampista, tanto fútbol total, era que quizás se podía pecar de falta de instinto asesino. Nada más lejos de la realidad: los bajitos llegaban por oleadas al área de Cabral, con tanto juego de posición que los centrales del Santos no sabía si el que entraba por banda era Alves o Messi, o si el que remataba era Cesc o Thiago. Además, cada jugador se convertía en un funambulista que escondía la bola con la maestría de un trilero.

Como en Wembley o en Mónaco, Messi destapó el tarro de las esencias. Escudado por la magia de Xavi (control de espuela y pase al hueco), el argentino, fiel a su papel protagonista en las grandes citas, batió al joven meta peixe con un toque sutil de vaselina. El gol espoleó a los azulgrana, que siete minutos después volvieron a perforar la meta contraria: esta vez fue Xavi quien aprovechó una asistencia de Alves desde la derecha para fusilar otra vez a Rafael Cabral. Como el Manchester o el Oporto, el campeón brasileño parecía un juguete roto, un grupo de amateurs incapaces de parar semejante obra de arte, semejante oda al fútbol.

Fàbregas se apuntó a la fiesta con el tercero. El de Arenys, que parece que no juega, en realidad es como un león hambriento: estudia a su presa, la vigila y espera el momento oportuno para dar el zarpazo definitivo, cuando menos se lo espera. Tiene Cesc la habilidad de estar en el sitio exacto, en el momento oportuno. Sus registros goleadores dicen que nunca había marcado tanto a estas alturas de temporada. Ni siquiera jugando con la libertad con la que lo hacía en el Arsenal. También se ha abonado a las grandes citas: resultó providencial en en tercer gol de la Supercopa española, sentenció la Supercopa europea, cerró el 1-3 del Bernabéu y dejó su sello en la final de la Copa Mundial de Clubes. Para esto vino al Barça. Por esto es culé desde pequeño.

La segunda mitad fue un querer y no poder por parte del Santos. Neymar y Ganso sacaron el orgullo y dispusieron de varias ocasiones. Pero ahí volvió a emerger otra figura que siempre luce en las finales: Víctor Valdés. Espectador de lujo del partido hasta entonces, la pantera de L'Hospitalet mostró sus virtudes en el uno contra uno y desbarató las pocas opciones de que dispusieron Borges y el gallo. La joven estrella brasileña poco pudo hacer en el partido: apenas le llegaban balones y, cuando bajaba a recibir, siempre tenía encima a los dos colosos de la defensa culé: Puyol y Piqué.

Si alguien pensaba que todo había acabado con el 0-3, se equivocaba. Messi, D10S encarnado en un futbolista de época, decidió que iba a cerrar la final a lo grande: tiró un desmarque fenomenalmente visto por Alves (tres asistencias del mejor lateral del mundo), se deshizo del portero con un ligero toque y anotó el cuarto y definitivo gol del Barça. El argentino igualó el récord de su compañero Pedro de marcar en las seis competiciones disputadas y se llevó el Balón de Oro del tornero y el MVP de la final. No hay calificativos ni comparativas posibles con el rosarino: ni Neymar, ni CR, ni nadie. Es, simplemente, Leo Messi.

"Si perdéis, seguiréis siendo el mejor equipo del mundo. Si ganáis, seréis ETERNOS". Esta frase, pronunciada hace dos años por Pep Guardiola antes de la final del Mundialito frente a Estudiantes de la Plata, vuelve a adquirir toda su frescura y viveza. Tres años después de hacerse cargo del equipo, el de Santpedor consigue su decimotercer título de dieciséis disputados. Este Barça, su Barça, aglutina las mejores virtudes del Brasil del 70, de la Naranja Mecánica y el Dream Team de Cruyff. Un equipo de leyenda, histórico e irrepetible que se ha ganado a pulso su propio sitio en la eternidad.

1-0: Messi: http://www.cope.es/tiempo-de-juego/audio-gol-de-messi--santos-0--bar-a-1-126861

2-0: Xavi: http://www.cope.es/tiempo-de-juego/audio-gol-de-xavi--santos-0--bar-a-2-126862

3-0: Fàbregas: http://www.cope.es/tiempo-de-juego/audio-gol-de-cesc--santos-0--bar-a-3-126863

4-0: Messi: http://www.cope.es/tiempo-de-juego/audio-gol-de-messi--santos-0--barcelona-4-126866

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