REPÓKER DE CAMPEÓN

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CAMPEÓN DEL MUNDO (18-12-2011)

jueves, 25 de abril de 2013

Desastre en Munich



Después de varios partidos sin poder escribir sobre el Barça, tenía marcado el día de hoy, en que dispongo de más tiempo para hacerlo. En mi mente había imaginado miles de crónicas, de titulares, de encuentros disputados, siempre con la mejor imagen posible de mi equipo. Era consciente de la superioridad del Bayern de Munich, todopoderoso conjunto alemán, campeón hace varias jornadas, que venía goleando a todo el que se encontrara. Y creía que hasta nos beneficiaba no ser favoritos, desprendernos de esa presión del que tiene que ganar por activa o por pasiva. En ningún caso pensé que el resultado sería de 4-0, jamás imaginé semejante hecatombe. Si me lo llegan a decir de antemano, no me lo habría creído Pero, visto el encuentro, el resultado es hasta corto...

Y lo es porque el Barça no fue el Barça de siempre. Se trató de un equipo similar al que pudimos ver en Milán o en la vuelta ante el PSG en el Camp Nou. Físicamente lastrado, exhausto, psicológicamente inseguro, plano de ideas y tácticamente previsible. Había dicho Heynckes que no necesitaba el asesoramiento de nadie para vencer al conjunto de Tito Vilanova. Y lo demostró de sobras. Sus premisas fueron claras: presionar con la misma agresividad que otrora lo hacían los culés, ayudarse en banda ante cualquier intento de desequilibrio (el trabajo de Robben y Ribery fue brutal en su ayuda a los laterales fue encomiable), enjaular a los creativos (Messi, Xavi, Iniesta) y aprovechar cualquier pérdida para salir como flechas y acechar a Valdés. Y sus jugadores ejecutaron el plan a la perfección, devolviendo ese 4-0 de hace unos años, cuando el Barça de Guardiola, que se sentará en la banqueta alemana a partir del 1 de julio, empezaba a escribir su propia historia, su maravillosa historia futbolística.

¿Qué ha cambiado desde entonces hasta ahora? Básicamente, el Barça. Se trata de un conjunto más previsible, más estirado en el campo, con las líneas menos juntas, con varios años más en jugadores como Xavi o Puyol, con varias bajas importantes (que no deben ser excusa, porque la final del Roma se ganó sin centrales igualmente, pero que ponen de manifiesto la pésima planificación deportiva) y, sobre todo, con menos agresividad en el juego sin balón, en la presión para recuperar la pelota cuando se pierde. En un sistema pensado para Messi, si el crack argentino no está o no se encuentra a su nivel (salía de una maldita lesión), se nota. Igual en la Liga BBVA se pueden poner parches, pero cuando te toca un equipo de verdad, salen a relucir las carencias.

La trayectoria de este Barça en Champions tampoco invitaba mucho al optimismo en Alemania. Un equipo que aspira a levantar el trofeo en Wembley (nuestro Wembley, qué lejos queda) no puede pasarse noventa minutos sin tirar a puerta. Un equipo que aspira a ser campeón no puede basarse únicamente en los partidos de casa: las eliminatorias son a doble encuentro, a 180 minutos, y no siempre se puede recuperar en la vuelta el desastre de la ida. Sonó la flauta ante el Milán, no se aprendió la lección ante el PSG y a punto estuvo de caer, y en Munich salieron a relucir todas las carencias que los pases de ronda tapaban.

Otro aspecto que hay que destacar es la evidente pérdida de peso de la directiva ante la UEFA. Ojo, no estoy reconociendo que antes nos beneficiaran, pero que en tres eliminatorias seguidas se hayan producido los errores clamorosos que lleva padeciendo el equipo por parte de los colegiados da que pensar. No quiero que me beneficien, pero tampoco que me perjudiquen. La mano de Boateng, el fuera de juego de Ibra, la falta de Dante en el 1-0 a Alves, el gol en fuera de juego de Müller, la falta brutal a Jordi Alba antes del 3-0 de Robben... con cinco árbitros en el campo incita a reflexionar, entre otras cosas, sobre si son necesarios tantos ojos para que todos fallen lo mismo...

¿Y ahora qué? ¿Se acaba un ciclo? Obviamente, con la Liga casi en el bolsillo, la temporada sigue siendo buena (ya me hubiera gustado a mí que se acabaran todos nuestros ciclos con Ligas en el bolsillo y no sextos en la clasificación...). Nadie dice que siempre se tenga que ganar todo. Lo que sí se pide es que se compita hasta el final. La desazón que siente el culé no es por la derrota 4-0, sino por la imagen del equipo. El pasado año se perdió ante el Chelsea, pero se tuvieron 30 ocasiones de gol, un penalty marrado, varios tiros a los postes... Paradójicamente, el equipo puede ser campeón este fin de semana de una merecidísima Liga, conseguida a pulso, a base de superar dificultades, entre ellas la ausencia por enfermedad de nuestro entrenador. La sensación es que no se da importancia a este título por dos motivos: porque la distancia es grande con el segundo desde hace tiempo (hace que parezca "habitual" que se gana esta Liga, nada novedoso), y porque no la ganan en la capital. Somos nosotros los que tenemos que reconocer el esfuerzo que supone, porque es la competición de la regularidad, la que te mide cada semana. Y ahí nuestros jugadores han estado sobresalientes.


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