"Canta, oh musa, la cólera del pelida
Aquiles; cólera funesta que causó infinitos males a los aqueos y precipitó al
Hades muchas almas valerosas de héroes, a quienes hizo presa de perros y pasto
de aves —se cumplía la voluntad de Zeus—desde que se separaron disputando el
Atrida, rey de hombres, y el divino Aquiles.". Así comienza la Ilíada de Homero, el poeta griego que nos
dejó por escrito las peripecias de este héroe clásico, protagonista de la
guerra de Troya, que adquirió fama inmortal por sus victorias en numerosas
batallas, sembrando el terror entre sus enemigos. El mérito de pelida residía
no sólo en su valentía y en su fortaleza, sino en el ánimo que su sola
presencia desanimaba a las tropas rivales y mantenía alta la euforia entre las
propias.
Lo mismo puede decirse de Leo Messi y el F.C. Barcelona. Mermado,
timorato, casi cojeando y dosificándose, bastó media hora del crack argentino
sobre el campo para cambiar el signo de la eliminatoria ante el PSG, que se
había puesto muy cuesta arriba. Antes de su concurso, el Barça era incapaz de
crear no ya ocasiones, sino fútbol alguno. Llegó alarmantemente justo de
efectivos a la vuelta de la eliminatoria, tanto en defensa como en ataque. Es
cierto que en la delantera sólo faltaba Messi, pero se puede afirmar que el
argentino es al menos el 80% del poder ofensivo del equipo. Sus compañeros
pueden camuflar un día su ausencia, pero Leo es tan determinante que al final
si no está todo es más fácil para los contrarios.
Pero sería injusto señalar únicamente a Messi como el artífice del pase.
Antes, dos jugadores sostuvieron al equipo, mantuvieron sus opciones hasta el
tramo final de encuentro: Andrés Iniesta y Víctor Valdés. El manchego puso la
magia en casi todas sus acciones, aunque muchas veces se topó con la defensa
parisina en el último pase. El cancerbero, por el contrario, fue una pesadilla
para los delanteros rivales. Cuajó una excelente actuación y sacó balones
imposibles, que permitieron que el marcador no fuera insuperable.
Por el contrario, hubo otros integrantes de la plantilla que no tuvieron
su día: Xavi estuvo perdido; Busquets, inusualmente desbordado; Pedro,
desaparecido (hasta el gol); Cesc Fàbregas casi no participó; Villa fue un
islote arriba, muy desasistido; Adriano volvió a lesionarse y tuvo que ser
sustituido por Bartra, que sin embargo sí dio la talla en el centro de la
defensa cuando el PSG apretó al final.
El conjunto francés, hecho a base de talonario, cuajó un gran partido, fue
valiente, presionó las líneas culés y generó peligro a la contra. Sin embargo,
desde que Messi saltó al campo, pareció venirse abajo, colapsado, nervioso,
olvidándose del buen hacer previo. Y eso que el argentino únicamente se empleó
a fondo en un par de jugadas hasta el gol, que generó él mismo con un pase interior
a Villa, que dejó a Pedro y el canario fusiló. Conexión MVP para sellar
el pase a semis, con sufrimiento, nervios y dudas, pero es la sexta vez
consecutiva, récord absoluto de este equipo.
El próximo escollo en Europa será el todopoderoso Bayern de Munich alemán,
campeón de la Bundesliga a falta de seis jornadas, un equipo absolutamente
brillante y compacto que, para más inri, disfrutará de la dirección de Pep
Guardiola el próximo año. Por primera vez creo que el Barça no es favorito,
pero también pienso que el equipo se puede quitar presión de encima
deshaciéndose de ese cartel. La eliminatoria será complicada, muy complicada,
pero estoy convencida de que nuestros jugadores lo darán todo por volver a
Wembley.
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