REPÓKER DE CAMPEÓN

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CAMPEÓN DEL MUNDO (18-12-2011)

lunes, 6 de mayo de 2013

Messi evita el canguelo




Han sido unos días difíciles, convulsos para el barcelonista. Acostumbrados a las mieles del éxito, a muchos nos ha costado asimilar que este equipo de leyenda haya mordido el polvo ante el Bayern de Munich... Y de qué manera. Un aplastante parcial de 7-0, un jarrazo de agua fría que no dio opción a remontada alguna, que nos deja fuera de Wembley, de nuestro Wembley. Al menos nos queda el consuelo de que nuestro templo no será profanado por el máximo rival, que también sucumbió ante otros alemanes, menos efectivos, menos arrolladores, pero en la final también.

Por ello era tan importante recuperar sensaciones cuanto antes, tratar de acabar con las voces que hablan de revolución, de cambios drásticos, de derribar un estilo que nos ha llevado a la excelencia y que, bien aplicado, nos seguirá conduciendo a la admiración del mundo futbolístico. Únicamente se trata de tocar las teclas concretas, dos o tres, para volver a ser competitivos. En mi opinión, modesta, como la tuya, que me lees con más o menos frecuencia, hacen falta retoques, pero quienes llevan semejantes números en los últimos años no se olvidan de jugar de la noche a la mañana.

Tiempo habrá de analizar el futuro. Detengámonos en el presente y en el pasado inmediato, el de ayer. Muy pronto se volvió a poner la cosa cuesta arriba: minuto 1, falta de entendimiento defensivo y gol de Pabón. Viejos fantasmas, también con el Betis como protagonista (en la Liga 2006/2007, un tanto de Sobis nos quitó el liderato y, a la postre, el título) revivían en el "soci". Y eso que Alexis empató pronto (minuto 9), y que un desafortunado David Villa falló hasta tres clamorosas ocasiones que podrían haber supuesto ventaja amplia en el marcador. El público, impaciente y nervioso, se lo recriminó con pitos. La desesperación cundió cuando, antes del descanso, Rubén Pérez se sacó un zambombazo desde fuera del área a la escuadra de Pinto, que nada pudo hacer por detenerlo.

Fueron quince largos minutos. Un cuarto de hora de cábalas, de ponerse en lo peor. Y lo peor era dejar escapar esos 11 puntos: con la derrota, el Barça se situaba a 8 puntos, que este miércoles podrían haber sido 5, ya que el segundo adelanta su partido por la final de Copa; y, encima, los inmediatos perseguidores juegan el sábado, antes que el Barça, por lo que el conjunto de Vilanova podría haber saltado al Vicente Calderón con sólo dos puntos de ventaja sobre el segundo.

Afortunadamente, hay alguien en este equipo que se encarga de tachar el condicional como tiempo verbal: para Messi no existen hipótesis, sino hechos. Fue suficiente verlo calentar en la banda para que cundiera el nerviosismo entre los béticos. Y cuando se preparaba para entrar, Villa, al que sustituyó, lograba el empate, por fin, de cabezazo ante Adrián a centro de Alves. Posteriormente, Leo se sacó una genialidad tras otra: golazo de falta directa; otro libre directo a la cruceta; y una jugada imposible con otro mago, Andrés Iniesta, cuyo taconazo hacia Alexis es para verlo repetido eternamente. 4-2 y tres puntos a la buchaca, que dejan la Liga a tan sólo dos.

¡Cómo cambiaron las cuentas de la lechera en apenas media hora! De tener al segundo a dos puntos, a quizás cantar el alirón el miércoles. Para ello, Manuel Pellegrini debe ejecutar su "venganza" en el Bernabéu ante Florentino y evitar una victoria blanca. Sería una forma extraña de ganar la Liga, pero, tal y como ha ido el año, lo mejor que le puede pasar al equipo es zanjarla cuanto antes. Y, si no, dependeremos de nosotros mismos el domingo, ante el Atleti.

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