Esa ha sido la clave del Barça de Guardiola este año: no ha matado los partidos a lo largo de la temporada en numerosas ocasiones. La última muestra, la del miércoles: el Milán se fue de rositas, viendo cómo se perdonaban balones clamorosos, mano a mano contra Abbiati, a portería vacía... Eso, en Champions, puede pasar factura. Menos mal que queda la vuelta, aunque el resultado (0-0), desde mi punto de vista, es bastante peligroso. Habría preferido mil veces empatar con algún gol que lo que sucedió al final. Pero bueno, es lo que hay. Ahora, el equipo tiene que afrontar la vuelta con la espada de Damocles en la cabeza: si se descuida en algún momento en defensa, puede pagarlo caro. Hubo muchos factores en contra del estilo culé a lo largo del encuentro. El principal: el estado del terreno de juego, un auténtico patatal. Se está convirtiendo en una práctica habitual que los contrarios "descuiden" el césped cuando les llega el Barça. Me parece una táctica barriobajera, sobre todo porque se pone en riesgo la salud de los jugadores. Paradójicamente, lo pagó el propio equipo local: Robinho y Nesta se retiraron lesionados. Pero se trata de una ruleta rusa: la próxima vez puede ser un jugador blaugrana. El Barça hace bien, desde mi punto de vista, si presenta una queja formal ante la UEFA: al fin y al cabo, se trata de un espectáculo, que paga el aficionado (bastante caro, por cierto: cuentan que el Milán recaudó cuatro millones de euros en taquilla) y no se está premiando al que intenta jugar, sino al que trata de entorpecer.
El segundo factor que perjudicó los intereses fue el arbitraje del sueco Jonas Eriksson. Ya no sólo por los dos penalties (sobre Alexis Sánchez y sobre Puyol), que se tragó: fue demasiado permisivo con las continuas faltas y cortes del juego del conjunto de Allegri. Hubo entradas que merecieron cartulinas, como la de Ambrosini sobre Messi en el primer tiempo, que habría supuesto la expulsión del centrocampista rossonero en la segunda mitad, cuando fue amonestado. Otro entradón de Nesta, sin posibilidad de jugar el balón, sobre el propio Leo, sí que fue castigado con amarilla, pero quizá mereció la roja. Por todo ello, suponemos que el sueco no formará parte de la famosa "lista de Mou": Ovrebo, De Bleeckere, Busacca, Frisk, Stark...
Así las cosas, queda un apasionante reto por delante. Ante el Athletic de Bielsa, que ayer volvió a demostrar su potencial en Europa ganando en el campo del Schalke 04, y en la vuelta de los cuartos de la UEFA Champions League, el público del Camp Nou tiene una oportunidad fantástica de devolver al equipo todo lo que los jugadores le han dado en los últimos años. El Estadi debe meter el primer gol, animar y llevar a los suyos en volandas para continuar con el maravilloso reto de estar vivo hasta el final en las tres competiciones. Seguro que los chicos de Pep se dejarán la piel para conseguirlo. No me cabe la menor duda.
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