REPÓKER DE CAMPEÓN

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CAMPEÓN DEL MUNDO (18-12-2011)

jueves, 17 de enero de 2013

Res-balón de oro



El elogio debilita. Quizás todos nos hemos dejado llevar por la euforia: el Barça venía jugando tan bien, estaba batiendo tantos récords, acumulando tantas victorias que algún día tenía que llegar el del tropezón. Y lo hizo anoche, el día en que Messi ofrecía su cuarto Balón de Oro (¿por qué será que no me han gustado nunca los ofrecimientos de trofeos antes de los partidos?), en un escenario que invitaba a entregarse a él y a su equipo, que tan bien lo estaba haciendo. Viendo la primera mitad, además, nada hacía presagiar lo que ocurrió en la segunda. ¿O tal vez sí?

En el fútbol, cuando no aprovechas las ocasiones, lo sueles acabar pagando caro. La salida en tromba del renovado conjunto blaugrana (ocho cambios con respecto al que el domingo barrió al Málaga en su campo) hacía prever que los de Tito buscaban sentenciar por la vía rápida la eliminatoria. Alexis Sánchez gozó de inmejorables oportunidades, pero parece que lo ha mirado un tuerto, porque o se resbala, o se le van los controles... O a puerta vacía la echa fuera. El chileno lo intenta, lucha, juega sobre todo sin balón, pero no está teniendo fortuna a la hora de definir, seguramente atenazado por la presión. El público lo ovacionó intentando levantar su moral, pero a la segunda que falló en semejantes circunstancias hubo cuando menos división de opiniones.

A pesar de ello, fueron los visitantes quienes se adelantaron en el marcador: Iturra, sabedor del gusto culé por sacar el balón jugado, eligió su presa particular y le dio la noche a Thiago Alcántara, al que arrebató el esférico en inmejorable posición y batió a Pinto. No fue la única de la noche entre el jugador malacitano y el hispano-brasileño del Barça. Sin embargo, poco le duró la alegría: Messi, en una lucha con Welligton, y Puyol, de increíble remate de córner, dieron la vuelta al marcador en apenas cinco minutos.

En la segunda mitad, el Barça se descolocó. Dejó de presionar las líneas del Málaga, dejó de jugar con rapidez, dejó de hacerlo fácil, dejó de jugar al toque. Con el paso de los minutos, el conjunto de Pellegrini se asentó, presionó entre líneas y salió a la contra con peligro. A pesar de jugar con diez los veinte minutos finales por la expulsión de Monreal (hizo falta a Pedro cuando ya se iba sólo), lejos de acularse, continuó jugando igual, y obtuvo su fruto en el último minuto cuando un fallo de marcaje de Adriano dejó sólo a Camacho, quien enmendó su error en Liga.

El empate es un serio traspiés en los planes de Tito. Todo un resbalón, teniendo en cuenta que dos goles encajados en casa en una eliminatoria a doble partido son una pesada losa. Sin embargo, este Barça ha demostrado su grandeza porque siempre sale a ganar en cualquier campo, nunca a especular con el resultado. La eliminatoria está abierta: Málaga dictará sentencia el jueves.

Para terminar, una reflexión sobre la noticia del día de ayer: la vuelta de Guardiola a los banquillos, en el Bayer de Munich. Desde aquí me gustaría desearle toda la suerte del mundo a quien nos brindó los mejores años de nuestra historia y sentó las bases de este fantástico presente. El año que viene seguiré un poco más la Liga alemana, disfrutaré con su concepto futbolístico, y sólo espero que este caprichoso mundo no cruce sus caminos con los de nuestro Barça, su Barça.

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