El miércoles a las 22:30 parecía imposible.
Muchos aficionados al fútbol en general (y al Barça en particular)
"firmábamos" quince días fuera, un mes, tres en el mejor de los
casos. La entrada de Artur sobre la rodilla del Messías dejaba helado a un Camp
Nou que había pedido a gritos su concurso en el descanso, expectantes por ser
los espectadores del histórico momento en que el argentino batiera el récord de
Müller. Cuando lo vimos marcharse en camilla, sin apoyar el pie, con las manos
sobre la cara, la mayoría de nosotros sospechó que dicha efeméride no se
consumaría. Conteniendo la respiración, ávidos de noticias por tierra, mar y
tweeter, ningún culé se acostó sin tener al menos la certeza de que al final no
era tan grave. Hacia las 00:30 el comunicado del club no sólo confirmó la mejor
de las noticias, sino que incluso no descartaba a Leo para el partido contra el
Betis. Llovía bastante menos...
La fortaleza de Messi se
demostró una vez más. Aquel enclenque chico que corría como loco a presionar,
que descuidaba su alimentación y regateaba explosivamente, sin dosificarse, ha
dejado paso a un musculoso y trabajado futbolista, acostumbrado a las entradas
más escalofriantes, que siempre se levanta, que resucita en las peores
circunstancias. Cuando dábamos por perdida en el último momento la superación
del récord de ese torpedo alemán que no fue blaugrana por un bloqueo de su
país, Leo no sólo fue convocado ante el Betis, sino que firmó los dos tantos
(el primero tras una gran jugada personal) y superó la cifra de 85 goles en un
año natural (pese a que algunos le sigan dando un tanto menos en Liga...).
El décimo doblete de Messi en
la competición doméstica selló una trabajada victoria en un campo complicado,
de esos donde, según se dice, se ganan las Ligas. El encuentro se puso pronto
de cara, en apenas media hora espectacular en la que, además de Leo, Iniesta,
escudero de lujo, hizo las delicias de los amantes del buen fútbol. El de
Fuentealbilla enseñó su amplio abanico de habilidades: regate, asistencia,
distribución de juego, cambio de ritmo... Dudo que haya ningún equipo con dos
jugadores tan desequilibrantes en el mundo.
Fue una noche, no obstante, con
noticias negativas: la lesión de Cesc Fàbregas (maldito femoral) y las
molestias de Puyol, además de otro tanto encajado que hizo peligrar los tres
puntos, varias jugadas de despiste general que acabaron en la madera (por
suerte). Pedro no tuvo su día (pagó su frustración con una amarilla por una
entrada a destiempo reflejo de la impotencia) y Alexis, que regresaba tras la
lesión, se movió continuamente en la banda, trabajador (como siempre)
pero estuvo desafortunado en el uno contra uno y fallón en el último pase.
En el ritmo en el que se halla
inmerso el F.C. Barcelona, apenas da tiempo a saborear el trabajo bien hecho,
el récord conseguido (Leo no sólo batió a Müller, sino que también superó a
César como máximo goleador en Liga), la meta superada. El jueves, en
Córdoba, el equipo debe mantener su nivel para encarrilar el pase a la
siguiente ronda de la Copa del Rey. Quizás Messi descanse. Dios lo hizo tras
siete días de frenética actividad...
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