Otra vez la vida caprichosa golpea el estado de
felicidad del barcelonismo. Otra vez esa maldita enfermedad. Cuando todo eran
buenas noticias: el liderato del equipo, las renovaciones de tres pesos pesados
(Messi, Xavi y Puyol, en el orden que quieran), la vuelta de Eric Abidal a los
entrenamientos... Hoy la vida nos enseña que siempre hay que estar alertas, que
no existe la felicidad completa, que precisamente en eso radica la dificultad
de la existencia. Nuestro entrenador, el artífice del mejor comienzo liguero de
nuestra historia (y de la historia de la Liga), Tito Vilanova, ha recaído de su
enfermedad.
Se trata, sin duda, de un duro
golpe para el barcelonismo, que en apenas unos meses ha vivido dos procesos
similares. La plantilla del mejor equipo de la historia, tan acostumbrada en
los últimos tiempos a las mieles del éxito (hoy se cumplían tres años del
mágico sextete), ha tenido que aprender a asimilar este tipo de golpes, como
sucede en el seno de cualquier familia de la vida cotidiana en la que suceden
estas cosas, desgraciadamente, día a día. Primero un compañero y ahora el
míster. Nadie está a salvo de esta lacra, da igual el dinero que ganes, la edad
que tengas o los hábitos de vida que lleves.
Obviamente, los casos de
personas famosas suelen tener más repercusión que los de las anónimas.
También suelen servir de ejemplo cuando, como en el caso de Abidal,
logran salir adelante, generando esperanza en todos aquellos que padecen lo
mismo. Porque, en efecto, hay quien se cura y logra continuar con su vida con
normalidad. Estoy convencida de que así volverá a ser con nuestro entrenador,
que en poco tiempo estará de nuevo en nuestro banquillo, diseñando
jugadas, escogiendo alineaciones, celebrando goles con la pasión que le imprime
ese sentimiento barcelonista mamado desde la cuna. La vida, que le negó la
gloria en el Camp Nou cuando jugaba, no puede ser tan injusta y truncar su
extraordinaria trayectoria en su recién iniciada etapa como entrenador del
primer equipo de sus amores.
Es precisamente la fuerza de
ese sentimiento blaugrana la que debe acompañarle cuando mañana sea intervenido
a las ocho de la mañana. La mía, la tuya, la de todos los que, desde que se
conoció la noticia, le han mostrado su apoyo por tierra, mar y tweeter. Si algo
ha demostrado en todo este tiempo Vilanova es que jamás ha sido un cobarde y
que tiene una gran personalidad y carácter arrolladores. Asumió un gran reto y
el club, como queda patente con la magistral rueda de prensa institucional de
Rosell y Zubizarreta, estará esperando su vuelta.
Ánimo Tito.
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