Al vertiginoso ritmo de dos en dos (Messi) y
sumando de tres en tres (puntos), el F.C. Barcelona de Tito Vilanova abre
brecha en la clasificación de la Liga BBVA y logra la estratosférica marca de
46 puntos de 48 posibles. Sólo un empate ha cedido en las dieciséis jornadas
disputadas hasta ahora. En ellas, se ha enfrentado prácticamente con casi todos
los mejores equipos (de la parte alta, queda el Málaga, si no me equivoco) que,
en ocasiones, como anoche, incluso realizaron buenos planteamientos tácticos y
se adelantaron en el marcador. Sin embargo, la fe, el hambre, el trabajo bien
hecho de esta plantilla provoca no sólo que no se dé nada por perdido, sino que
incluso se gane holgadamente.
Ayer el Atlético del Cholo
Simeone, que venía haciendo unos números fantásticos, consiguió su objetivo
durante media hora. En esos treinta minutos su centro del campo se impuso
claramente al local, achicó espacios, juntó líneas y salió peligrosamente a la contra.
Falcao, que amenazaba la burbuja de Messi (cinco goles anotó el Tigre ante el
Deportivo el domingo pasado), dispuso de las mejores oportunidades, pero el
palo y la falta de puntería evitaron que los colchoneros consiguieran una
ventaja amplia en esos momentos de dominio visitante. En una contra,
aprovechando un error de los pocos que suele tener Leo Messi, el colombiano no
desperdició su tercera ocasión y batió con elegancia a Valdés.
El equipo zozobraba y el
Atleti se crecía. Había logrado lo más difícil y sólo tenía que defenderlo o
tratar de pescar otra contra fulminante. Sin embargo, se produjo una jugada
clave: el empate de Adriano. El brasileño, titular en detrimento de Dani Alves,
confirmó su excelente momento de forma, acompañado de una inusual capacidad
goleadora (lleva a estas alturas los mismos tantos que en su mejor temporada
como sevillista, y estamos en diciembre). El trallazo se coló por la escuadra
de Courtois, que nada pudo hacer por detenerlo, convirtiéndose en espectador
privilegiado de la parábola.
El tanto hizo bajar los brazos
a los colchoneros... y al Barça le insufló renovados aires. El 2-1 fue obra de
otro protagonista inesperado, Sergio Busquets (inesperado por lo poco que se
prodiga en goles el pulpo de Badía, porque en lo que se refiere a su
rendimiento, no exagero al afirmar que es tan decisivo en su puesto como Messi
lo es en el suyo). En apenas unos minutos se consumaba la remontada.
A partir de ahí se disfrutó de
otro partido. El Atlético se tuvo que ir arriba (Simeone sacó a Adrián y
renunció a un mediocentro) y el fútbol-control culé, elaborando las jugadas y
sin arriesgar en la posesión, obró el resto. Sólo era cuestión de tiempo que
alguien que hasta ese momento había pasado desapercibido hiciera su aparición
estelar: Leo Messi. El argentino conseguía el 3-1 desde la frontal y veía
premiada su presión cerca del minuto noventa robándole la cartera a Godín y
haciendo el cuarto, el segundo de su cuenta.
Con los dos de ayer, son
noventa. Mal que le pese a aquellos que ponen en duda su récord, sacando
nombres de futbolistas que muchos no habíamos oído nombrar en la vida (como
Chitalu). Los intentos por desestabilizar a Leo, siempre originados en el mismo
sitio, chocan en hueso: una y otra vez el crack argentino calla bocas batiendo
todos los registros. No alcanzo a imaginar lo que les debe doler cada hazaña de
D10S, hasta el punto de que el entrenador "top" de su equipo, ese que
amenaza a periodistas cual Vito Corleone, se "lamentaba" de que Messi
estuviera disponible dos días después de la fatídica entrada de Artur. Quizás
deberían dejar de mirar aquello que va bien en nuestra casa y calmar los ánimos
en la suya, a trece puntazos en diciembre. Porque el Espanyol ayer fue un
aliado inesperado. Bendita liga aburrida...
2-1: Sergio Busquets: http://vod.cope.es/audio/2012/12/16/audio_13556912599665121966.mp3
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