Cuando el juego no acompaña, al menos la
victoria es un consuelo. Esa debe ser la conclusión principal del compromiso
liguero que el pasado sábado disputó el F.C. Barcelona ante el Real Zaragoza en
el Camp Nou. Un encuentro en el que el colectivo no brilló, pero los tres
puntos se quedaron en Barcelona, gracias al de siempre: Leo Messi. El argentino
anotó dos de los tres tantos de su equipo y asistió a Song para que el
camerunés se estrenara como goleador culé. Fue, sin duda, el hombre del
partido.
A mí personalmente las semanas
con compromisos internacionales me dan miedo. He de confesar que, si el Barça
juega en casa, un poco menos; pero si ha de salir fuera, desde mi punto de
vista, las posibilidades de traspiés se multiplican. De hecho, creo sinceramente
que, de haberse disputado en La Romareda, igual no estaríamos hablando de una
victoria del líder. Nuestros jugadores se recorren medio mundo para jugar
partidos en condiciones que hacen peligrar seriamente su vuelta en perfectas
condiciones (como en Panamá) y, además, el entrenador se pasa toda la semana
bajo mínimos mientras el rival puede preparar tranquilamente el choque con
todos sus efectivos. Es el precio que hay que pagar por tener a los mejores, es
verdad, pero también lo es que, en algunos casos, son mucho más
"comprensivos" con los jugadores de nuestros rivales.
Dicho esto, había buenas
noticias de antemano: la recuperación de la defensa titular, con Piqué y Puyol.
El capitán, por enésima vez, logró reducir los plazos en al menos quince días,
y volvió para tratar de dar calma a la línea más débil del equipo en este
inicio de temporada. Sin embargo, tampoco él pudo evitar que el primer disparo
a puerta del Zaragoza (a la salida, cómo no, de un córner) se convirtiera en el
1-1 de Montañés (ex integrante de La Masía). Con la baja de Abidal y la salida
de Keita, el Barça defiende mucho peor las jugadas de estrategia. Esperemos que
Tito dé con la solución, porque en Liga la ventaja es buena, pero en Europa
este tipo de errores se suelen pagar caros.
El equipo de Jiménez (que hace
unas semanas dio un auténtico recital en el Bernabéu, a pesar de que también
salió goleado de allí) no vino a encerrarse e incluso en la segunda mitad trató
de disputar la posesión al todopoderoso Barça. Sin embargo, como dijo el
técnico sevillano en rueda de prensa, ganaba quien tuviera a Messi. En
condiciones de igualdad, Leo marca la diferencia. Cuando parecía que se iba a
llegar con un resultado ajustado (2-1) a los minutos finales, el crack de
Rosario se inventó un disparo desde fuera, pegado a la cepa del poste,
inalcanzable para el guardameta maño. Le tiene la medida tomada al Zaragoza, ya
que al conjunto aragonés le ha metido goles de muy bella factura.
Además de Messi, destacó el
partido de Jordi Alba, cada vez más adaptado al estilo blaugrana, un auténtico
puñal por la banda izquierda. Sus internadas y sus asociaciones con Messi
fueron de lo mejor de la noche. Entre ambos fabricaron el 1-0 y alguna que otra
ocasión peligrosa. Hay que añadir también la titularidad de Montoya, que sentó
a Alves, probablemente por la tardanza del brasileño en el retorno de Brasil
(aunque hay que reconocer que Dani no atraviesa por su mejor momento físico).
Así las cosas, nueva victoria
y excelente inicio liguero de la aventura de Tito Vilanova al frente de este
equipo. Sin tiempo para respirar, vuelve la Champions mañana mismo. Ante el
Spartak de Emery, el Barça tiene la oportunidad de dejar sentenciado el pase a
octavos a falta de una jornada. Allí se enfrentará a dos enemigos: los rusos y
el general invierno.
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