REPÓKER DE CAMPEÓN

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CAMPEÓN DEL MUNDO (18-12-2011)

jueves, 8 de noviembre de 2012

La vergüenza



Decía Paco Jémez en la víspera del Rayo-Barça que a él le daría vergüenza plantear un partido como el del Celtic de Glasgow en Barcelona. Por lo visto ayer, a Neil Lennon no sólo no se la produjo, sino que preparó un calco del choque de hace quince días en la noche de ayer. Solo que esta vez, la moneda cayó de cara, porque los hombres de Tito fueron incapaces de derribar el muro defensivo que puso en liza el irlandés.

Y es que este todopoderoso Barça, el Barça de los catorce títulos en cuatro años, el Barça del triplete, del sextete, de las cinco copas, el equipo que mejor juega al fútbol del planeta, aún no ha aprendido a salir ileso de este tipo de partidos. Chelsea, Inter, Rubin Kazan, Celtic. Las derrotas ante rivales con oficio, que conocen sus armas y las explotan a la perfección (y con sorprendente rentabilidad) son demasiado frecuentes. El año pasado, en Londres, el Chelsea tiró una vez entre los tres palos: el gol de Drogba. Ayer, el conjunto escocés disparó tres veces: dos goles y una parada de Valdés.

Por el contrario, la delantera blaugrana no tuvo su día: Messi y Alexis estrellaron dos ocasiones en los postes. Y el portero local, Forster, también tuvo una destacada actuación, sacando varios balones decisivos cuando el resultado era aún corto (1-0). Lo que sucedió anoche lo hemos visto otras veces: el equipo estuvo demasiado atascado y se empecinó en entrar por el centro, mientras las ocasiones más peligrosas las generó Jordi Alba cuando tomaba la espalda por su banda. Por su parte, Alves siempre fue un extremo más, pero su función resultó engañosa: nunca desbordó ni buscó la línea de fondo, ni generó superioridad en su banda (cuando él subía, Pedro se iba al centro), ni siquiera encaró a su par en toda la noche. Preocupante estado de forma del brasileño, que debe espabilar ya.

Capítulo aparte merece la faceta defensiva. Sabiendo de sobras cómo se las gasta el Celtic a balón parado, no puede ser que en el primer córner rematen con semejante facilidad. No estoy criticando con ello a la zaga, sino al equipo entero, que no supo defender dicha jugada. El tanto les hizo creer en lo que hacían, y a medida que pasaban los minutos se crecieron, espoleados por una afición de sombrerazo. Con la lección aprendida del Camp Nou, no dejaron ninguna rendija por la que se pudiera colar la magia de Xavi (para mí, el mejor de la noche sin duda), Iniesta, Messi y compañía.

Evidentemente, se perdió por primera vez desde agosto. Evidentemente, es un varapalo. Evidentemente, se dejó pasar la oportunidad de dejar sentenciado el grupo y centrarse en Liga y Copa en exclusiva. Evidentemente, si había un momento en el que el Barça se podía permitir una derrota era este. Un tirón de orejas nunca viene mal a tiempo. A veces es preferible perder que empatar: las derrotas son más escandalosas que los empates. De hecho, la temporada pasada se empató en exceso y la suma de puntos, aunque no fuera de tres en tres, impidió que el equipo corrigiera los fallos que cometía, que hiciera propósito de enmienda.

El fracaso llegó, no obstante, sin renunciar al estilo. El Barça tuvo la posesión más larga de la historia (89%, 97% sólo en la segunda mitad). Es el otro fútbol, que, nos guste o no, a veces también gana (la Champions en las vitrinas del Chelsea es buena muestra de ello). Traducido a segundos, el Celtic tuvo, según la UEFA, cuarenta y siete segundos el balón en la segunda parte (quizás los que transcurrieron desde el saque del portero al segundo tanto, de Watt). Pero a Lennon, repito, no le dio vergüenza por ello.
En cambio, Messi, tantas veces el hombre del partido, tantos balones que colecciona en casa por materializar hat-tricks, celebró cabizbajo, sonrojado, su gol. El primero, paradójicamente en una derrota, que dedica a Thiago. Alguien como él, acostumbrado a las mieles del éxito, no pudo evitar anoche la debacle de su equipo. Conociéndolo como lo conocemos, seguro que desde ya tiene ganas de revancha.

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