Primer Clásico de la temporada y primera
victoria del Barça de Tito Vilanova. Con el patrón de la casa, con buen juego y
espectáculo, sin renunciar al estilo y a la filosofía implantada desde hace más
de dos décadas. Decía Mou en la previa que no ha habido hegemonía culé en estos
años porque el F.C. Barcelona no había encadenado dos títulos de UEFA Champions
League consecutivos. Un concepto un tanto extraño de hegemonía del técnico
portugués. Si un equipo que ha ganado 14/19 títulos en cuatro años no ostenta
el dominio del fútbol mundial, no se puede comprender por qué a él, que ha
ganado unos cuantos menos, hay que denominarlo "el único".
Como suele suceder en estos
casos, la mejor respuesta es la que se da en el campo, en el terreno de juego.
Cuando el balón echa a rodar, no hay nada más noble que el pase, el juego de
posición, la movilidad, la presión, la entrega, la defensa de aquello en lo que
siempre has creído. A base de fútbol, paciencia y buen hacer, los pupilos de
Vilanova acorralaron en su campo a su eterno rival, que se las veía y se las
deseaba para llegar a las inmediaciones de Valdés. Cuando Ozil o CR cazaban
algún balón, tenían que sortear muchos metros de campo y numerosas líneas de
presión de los centrocampistas y la defensa culés.
Busquets, siempre bien
colocado, sostuvo él solo la medular blaugrana. Xavi dio su enésimo recital
como director de orquesta. E Iniesta... destapó el tarro de las esencias con
sus regates y su privilegiada visión de juego. Piqué fue el Piqué de siempre,
el que nunca debió dejarse ir. El único lunar fue la escasa participación de
Leo Messi, al que le costó zafarse de la maraña tejida por Mou a su alrededor:
continuas ayudas y anticipaciones y, si ello era insuficiente, faltas. Tampoco
Alexis tuvo su día: aislado en la banda, no logró dejar atrás a Coentrao, que
vivió tranquilo hasta que Pedro cambió su posición con el chileno en la segunda
mitad.
Precisamente el canario
conseguiría el empate en una jugada a la espalda de la defensa blanca,
aprovechando una genial asistencia de Macherano. Previamente, CR había
aprovechado un fallo en la marca de Busquets a la salida de un córner para
adelantar a los suyos. Se atrevió a volver a mandar a callar al respetable,
pero la respuesta inmediata del Barça le bajó los humos rápidamente. Como
también lo hicieron el clamoroso penalty de Ramos sobre Iniesta, que ejecutó
Messi para acabar con su sequía ante el eterno rival (se había estancado en
trece tantos). Y Xavi, poco después, culminaría una excelente jugada personal
de Iniesta para poner tierra de por medio en una noche que se prometía mágica
para el barcelonismo.
Sin embargo, en apenas veinte
segundos la historia cambió radicalmente: Messi erró una clara ocasión de gol
ante Casillas y, acto seguido, se produjo el fallo de Valdés ante Di María. Del
4-1 al 3-2. Es la parte negativa de querer jugar siempre, el peaje que se paga
por esa exquisitez futbolística que se exige en La Masía. No es la primera vez
y probablemente tampoco será la última. Será señal de que Víctor sigue siendo
fiel a sus principios.
Una última cuestión antes de
finalizar el análisis: se ha resaltado desde todos los medios que ha sido el
Clásico de la concordia. Efectivamente, ha tenido menos tensión que otros. Pero
ello no quiere decir que haya sido totalmente limpio. Raúl Albiol tuvo que ser
expulsado: se fue de rositas a pesar de repartir de lo lindo. Clos fue
demasiado permisivo y, aunque Mou (que no iba a hablar de los árbitros, pero sí
de los linieres) resalte el posible fuera de juego de Pedro en el empate (que
para mí no es tal), erró en un claro penalty de Arbeloa sobre Alexis Sánchez
con 0-0 en el marcador (ver en la imagen). Si el aragonés dejó jugar, no quiero ni pensar lo que
será la vuelta con Mateu y, previsiblemente, Pepe en el campo...
El resultado no es un el mejor
para encarar la vuelta, pero no hay que olvidar que se llega con ventaja al
Bernabéu. Estoy segura de que allí se saldrá a ganar: en el Barça no se
especula, no se sabe hacer otra cosa. Hay que tener en cuenta dos claves: que a
ellos ya no les vale el empate... y que en su campo probablemente el público no
les permita el estilo conservador que han exhibido hasta ahora siempre en el
Camp Nou. Si se juega con cabeza, se tendrá mucho ganado.
3-2: Di María (no se encuentra
el audio en Tiempo de Juego)
No hay comentarios:
Publicar un comentario