Me ha costado sentarme a escribir este post
porque nunca me han gustado las despedidas. Todavía hoy, tres meses después, me
cuesta hacerme a la idea de que Pep Guardiola no se sentará mañana en nuestro
banquillo. He apurado hasta el último día, quizás porque no encontraba las
palabras necesarias para decir "hasta luego" (estoy convencida de que
es así) a quien nos ha regalado los mejores años de nuestra vida deportiva, la
felicidad más intensa jamás vivida sobre un terreno de juego. Alguien que me ha
permitido escribir cada semana las páginas más gloriosas de este espacio.
Alguien que fue líder y ejemplo como jugador y que se ha convertido en leyenda
como entrenador. Pero no podía empezar mañana a analizar la nueva etapa de
nuestro Barça sin rendirle homenaje y pleitesía a quien tuvo, tiene y tendrá
siempre un hueco privilegiado en nuestros corazones culés.
Pocos imaginábamos que esta
historia, que comenzó con una estrepitosa derrota en Los Pajaritos ante el
Numancia, acabaría el 25 de mayo de 2012 con la consecución de la Copa del Rey,
que supuso el título número 14 para la era Guardiola. Uno a uno, ganados a base
de tesón, esfuerzo y 24 horas de dedicación, de estudio, de análisis de rivales
y giros tácticos valientes, pero siempre fieles a un concepto futbolístico
exquisito y al toque de balón por encima de todo.
Se trató, sin duda, del mejor
epílogo posible a la trayectoria de Pep en el Barça. Una carrera
salpicada de éxitos, de estadísticas de récord, que sería imposible enumerar,
pero que quedan resumidas en una sola: el técnico de Santpedor se marcha sin
conocer la derrota en el Santiago Bernabéu, donde hasta su llegada nunca se
había conseguido ganar dos temporadas consecutivas. Precisamente ahí comenzó a
forjarse su leyenda, con ese 2-6 que inauguró el mejor mes de mayo de la
historia del club, el de 2009, año del triplete. El "Iniestazo", la
final de Mestalla ante el Athletic (uno de los clubes a los que más admira
Guardiola y frente al que el destino ha querido que sea su último encuentro
como entrenador del Barça), la Liga en Mallorca, la final de Roma. Una
borrachera de éxitos y buen juego que dieron la vuelta al mundo y han mantenido
al conjunto blaugrana en la primera posición futbolística mundial, referente
para niños y mayores, ejemplo de deportividad y buen gusto.
Hombre de palabra, Pep no
prometió títulos: sólo se comprometió a trabajar duro. "Abróchense los
cinturones, porque lo pasaremos bien" fueron las palabras de su primer
discurso en el Gamper de 2008, y vaya si las llevó a cabo. Su marcha deja un
poco huérfanos nuestros corazones y la incertidumbre de lo que ocurrirá a
partir de ahora. Pero su sucesor no empieza de cero: a pesar de tener su
alargada sombra y la presión de sus éxitos sobre sus espaldas, Vilanova cuenta
con el apoyo de su amigo y con la base del equipo hecha. Se trata, simplemente,
de continuar la idea, de hacer lo que en esta casa siempre ha gustado: jugar
bien al fútbol. No habría mejor homenaje posible para Guardiola que continuar
su obra, que en sus propias palabras "tendrá larga vida".
Mañana comienza una nueva era.
Gracias Pep, hasta siempre. Sé que tu camino y el del Barça volverán a cruzarse
algún día. Por el momento, cada vez que escuche "Viva la Vida" o
"Humans" se me seguirán poniendo los pelos de punta y me seguiré
acordando de esas temporadas mágicas que nos has regalado. Si alguien merecía no
marcharse por la puerta de atrás, eras tú. Sentiste que estabas preparado para
llevarnos a la gloria, y has sabido ver el momento menos doloroso para partir
de casa. Ojalá vuelvas a abrocharte ese cinturón que ahora te aprieta y te has
quitado, te llenes pronto, recargues pilas y vuelvas. El mundo del fútbol
siempre necesita a genios como tú. Desde aquí, mientras tanto, seguiremos
apoyando ese Barça que nos une.
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