Una victoria más, un partido menos... Y una
nueva exhibición de Messi. Si por la mañana la estrella del eterno rival
acechaba su pichichi con un hat-trick, apenas unas horas más tarde Leo
convertía un póker que volvía a poner tierra de por medio y elevaba su cifra
actual de tantos a 33. Sólo un dato: el mejor Ronaldo, el que jugó en el Barça
de Robson y Mourinho, fue máximo goleador en 1997 con 34 goles, uno menos que
Messi a estas alturas, cuando queda prácticamente toda la segunda vuelta. Si el
argentino anotara un gol por partido de aquí al final igualaría los cincuenta
que hizo el año pasado. Teniendo en cuenta que casi nunca marca de uno en uno,
no parece descabellado pensar que pulverizará ese medio centenar de tantos.
La resistencia navarra en el
Camp Nou duró apenas media hora: lo que tardó Arribas en autoexpulsarse por dos
acciones infantiles (dos manos) en apenas diez minutos, la segunda de ellas
dentro del área. Antes de ese penalty que supuso el 2-1, Messi había conseguido
el 1-0 destapando el tarro de las esencias: sin tocar el balón, regateando con
la mirada, tumbó al guardameta de Osasuna y acompañó al esférico hasta cruzar
la línea de gol. El conjunto de Mendilíbar incluso logró empatar, en una jugada
aislada, en la que Raoul Loe cazó un rechace en la frontal y la ajustó al palo
de un Valdés que fue ovacionado y animado a lo largo de todo el partido.
Entre la inferioridad numérica
y el despertar del Barça, que se había llevado un susto con el empate, el
partido se acabó: Osasuna dejó espacios bien aprovechados en todo momento por
los delanteros culés para desbordar una y otra vez. Con y sin balón, al
espacio, la pelota circuló a gran velocidad, lo que provocó que uno de los
mejores del encuentro fuera el guardameta visitante, Andrés Fernández.
Además de la victoria, que con
la derrota del Atleti sirve para situar de nuevo la distancia con el segundo en
once puntos, me quedo con varias notas positivas. En primer lugar, el partidazo
de Dani Alves: el brasileño vuelve a alcanzar su mejor nivel, desbordando,
ofreciéndose, asistiendo a sus compañeros, defendiendo mejor. En segundo lugar,
la aportación goleadora de Pedro, que continúa su idilio con el gol por tercer
encuentro consecutivo: el canario hasta ahora trabajaba como el que más, se
fajaba en defensa y en ataque, pero no estaba teniendo fortuna a la hora de
definir; en cambio, en los últimos tiempos está viendo puerta, lo que sin duda
aumenta su confianza de cara a los próximos compromisos.
Por último y relacionado con
las buenas noticias, la titularidad de Villa y que el Guaje jugara el partido
completo. Tenía ganas de verlo de nuevo en el once, pero no en una alineación
repleta de chavales como en Copa, sino en un once rodeado de jugadores de
primer nivel. Y la verdad es que el asturiano, como no podía ser de otro modo,
no defraudó: no marcó, pero abrió continuos espacios con sus desmarques y
generó la mayoría de los goles de Messi arrastrando defensas y asistiendo al
argentino. Muy difícil va a tener Jordi Roura elegir a los tres delanteros para
el próximo miércoles.
Porque, en efecto, pasado
mañana vuelve la Copa. Y lo hace con un Clásico, ante el eterno rival, en su
campo. Si en la primera vuelta Vilanova improvisaba una línea de cuatro atrás
ante las numerosas bajas, en esta ocasión es en la Castellana donde tienen los
problemas en la zaga. En cualquier caso, el Barça debe hacer su papel y
preocuparse de sí mismo. Si consigue abstraerse del clima de euforia, tendrá
mucho ganado.