REPÓKER DE CAMPEÓN

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CAMPEÓN DEL MUNDO (18-12-2011)

viernes, 28 de septiembre de 2012

Pleno y dudas



Vuelve a ser un poco tarde para analizar el partido del pasado fin de semana, pero más vale ahora que nunca. Si mis conclusiones se retrasan es por temas personales: me está costando encontrar los momentos adecuados para sentarme y reflexionar sobre hasta dónde nos lleva el Barça de Tito. No voy a mentir: la voluntad por el estilo se mantiene, pero el equipo pasa por fases espesas en las que no engancha. En ocasiones se salva por arrebatos (Pamplona) o por suerte, como el pasado fin de semana ante el Granada. Parecía 0-0, pudo ser 0-1 y acabó 2-0. En unos locos minutos finales, el acierto de Xavi decantó un partido que se había puesto complicado para conseguir el pleno que nos mantiene en lo alto de la clasificación.

El Barça tiró el primer tiempo. Se obcecó en penetrar por el centro y al Granada le bastó con poblar esa zona de la defensa. Cesc y Thiago se estorbaron, al igual que Messi y Villa, cuyo rifi-rafe ha sido protagonista en una prensa ávida de conflictos para desmontar el buen rollo del vestuario culé. Ojalá sea toda la temporada así, porque será señal de que no hay nada más importante de lo que hablar.
Faltó velocidad de balón, circulación, intensidad y presión. Si a ello se añade que Tito ordenó cambio de sistema para ganar (3-4-3), los espacios que quedaron atrás provocaban que la defensa viviera en el constante filo de la navaja. Por si fuera poco, se sumó una nueva baja para esta línea, la más castigada de lo que llevamos de campaña: Adriano acabó con molestias y es baja para mañana. Afortunadamente, parece que Jordi Alba ya estará disponible.

Me sigue costando entender la falta de confianza en Marc Bartra. Para la Champions, Tito se escudó en que no era necesario exponerlo. Ante el Granada se antojaba una gran ocasión para el central, en casa y ante un rival teóricamente asequible. Sin embargo, el elegido volvió a ser Alex Song, a quien, si bien no le es extraña la situación, sí que se le notan carencias a la hora de hacer las coberturas, máxime si la defensa está tan despoblada como al final del partido. Me parece arriesgado tener que jugártela, quizás, para mañana o ante el máximo rival con un chaval al que no le has dado la confianza desde el principio. Pero bueno, Tito es el que manda y, si no lo pone, será porque considera que hay alguien en mejores condiciones para ayudar al equipo.

Lo que es evidente es que el técnico sabe ver los cambios. Sacó a Xavi y fue el que resolvió el partido, como en ocasiones anteriores lo hicieron Tello, Messi... Esperemos que, como nosotros, vea las carencias del equipo y las solucione cuanto antes. Hacer pleno está genial, nadie le va a discutir los datos. Pero el día que la pelotita no entre volverán las dudas: las que genera el mal juego desplegado hasta la fecha, junto con la falta de intensidad en momentos puntuales. El Pizjuán será una buena prueba para medir la capacidad de mejora del equipo. En unas horas sabremos qué ocurre.


sábado, 22 de septiembre de 2012

Sin defensa



Primera jornada de la UEFA Champions League y primer triunfo del F.C. Barcelona. Es la mejor conclusión, lo más positivo que puede sacarse del partido del pasado miércoles. El equipo de Vilanova supo sufrir, apretar los dientes y empujar para remontar un encuentro que se le puso muy cuesta arriba cuando el Spartak de Moscú se adelantó en el marcador en el minuto 60 aproximadamente.

No lo pusieron fácil los de Emery, muy disciplinados tácticamente y ordenados en la presión. Como siempre que el técnico donostiarra pasa por el Camp Nou, sus equipos siempre ponen en apuros el juego culé, aunque hasta ahora nunca ha sacado nada positivo de la ciudad condal. Estuvo cerca, muy cerca, de conseguirlo el miércoles, pero cuando todo parecía perdido Tello se sacó de la chistera una gran jugada por la banda y su pase de la muerte sirvió para que Leo Messi consiguiera el empate que descompuso la defensa rusa.

El canterano se está convirtiendo en este inicio de temporada en uno de los más habituales de las alineaciones de Tito. Y devolvió la confianza con un tanto, el que abrió la cuenta en la primera mitad, y la jugada decisiva del segundo. Hasta el momento, el técnico parece dar con la tecla en el momento exacto. Las apuestas y los cambios suelen surtir el efecto deseado: si en Pamplona también se remontó un encuentro complicado gracias a los cambios y en el Coliseum se consiguieron los tres puntos dosificando a una parte de los titulares, el pasado miércoles fue Alexis, otro de los hombres de refresco introducidos, quien sirvió el pase medido a la cabeza de Messi, quien entre los dos centrales consiguió el definitivo 3-2. El argentino consiguió, por lo tanto, otro doblete, por lo que vuelve a comenzar su "asalto" al pichichi europeo en inmejorables condiciones.

Lo peor, sin duda, fue la debilidad defensiva mostrada, agravada por la ausencia de Piqué, lesionado para las próximas semanas en los primeros minutos del partido. Todo un contratiempo que, unido a la baja de Puyol, deja sin los centrales puros titulares a Vilanova, que improvisó una defensa con dos medios: Song y Mascherano. Sin embargo, el camerunés no parece desenvolverse con la soltura que el argentino, por lo que es más que probable que haya llegado el momento de apostar por una de las perlas de La Masía: Marc Bartra. El canterano ya exhibió un excelente rendimiento en los partidos de la pretemporada en los que Tito decidió su concurso. Habrá que ver si, además de sus condiciones técnicas y tácticas, está preparado para soportar la presión del primer equipo del F.C. Barcelona.

En unas horas, el Granada visita el Camp Nou para poner a prueba la solvencia del líder. El año pasado, el conjunto andaluz puso en apuros al Barça, tanto en Granada como en Barcelona. Sin embargo, Leo Messi guarda un gran recuerdo de ese partido en el Estadi, ya que allí superó a César como máximo goleador del Barça. Seguro que el argentino quiere seguir batiendo récords vestido de azulgrana.



lunes, 17 de septiembre de 2012

Se-Villa-rato



Tras dos larguísimas semanas sin fútbol, en las que por unos motivos u otros jamás encontré la tranquilidad necesaria para escribir sobre la victoria ante el Valencia (de la que tampoco podía sacar mucho jugo, la verdad, ya que fue tan decepcionante como la de Pamplona en cuanto a juego), lo cierto es que temía que llegara esta jornada. Y es que tras los compromisos internacionales, al Barça siempre le cuesta carburar. No en vano, la mayoría de los tropiezos del mejor Barça de todos los tiempos, el de los últimos cuatro años, se han producido en parte provocados por esa enfermedad que denominamos "virus FIFA".

Y el panorama, con las bajas de Jordi Alba, Iniesta y Alexis Sánchez, no era nada alentador. Para colmo, se trataba de visitar un rival incómodo donde los haya: el Getafe. Un equipo-termómetro: cada año, los madrileños miden nuestro nivel de competitividad. Me explico: siempre que el Barça ha conseguido la victoria en el Coliseum desde que los azulones están en la élite ha logrado, a la postre, cantar el alirón. No es casualidad: cada temporada Ángel Torres se las ingenia para mantener un bloque compacto, a pesar de que suele sufrir numerosas altas y bajas, no exento de calidad individual. Por ello, si los rivales no ponen todos sus sentidos, no es de extrañar que sucumban en Getafe.

Por todo esto valoro especialmente el resultado del pasado sábado: por las circunstancias y por el rival. Y, por qué no, por el juego. A pesar del pleno de puntos, el equipo no lograba encontrarse futbolísticamente a sí mismo. Había dispuesto de la dosis de suerte necesaria para levantar el resultado en Pamplona y para mantenerlo ante el Valencia, pero el juego desplegado había despertado las primeras dudas. Sin embargo, Vilanova demostró sus dotes de mando con un golpe de timón que ha supuesto aire fresco en la plantilla: la titularidad de Montoya, que cada vez demuestra ser menos suplente; la vuelta de Thiago, claridad de ideas en el centro y magia necesaria para desatascar partidos; la consolidación de Adriano en el lateral (y sorprendentemente como goleador en los últimos encuentros); y la posición de Cesc, que como falso nueve se siente más cómodo que en el interior zurdo.

Obviamente, la táctica de desgastar al rival para luego dar entrada a la artillería pesada funcionó a las mil maravillas. Se consiguió el 0-1 en una fantástica jugada de Cesc que Adriano culminó con fe y, en el segundo tiempo, Tito supo ver que era el momento de dar entrada a Messi para finiquitar el partido. El argentino provocó un claro penalty no señalado de Miguel Torres, pero anotaría poco después el 0-2 al materializar otra pena máxima que sí pitó Teixeira, cometida sobre Pedro. Posteriormente, empujó a la red un centro de Montoya, siempre generoso en el despliegue defensivo y ofensivo.
Sin embargo, desde mi punto de vista, junto con la victoria, la mejor noticia es la recuperación de David Villa. Ante la irregularidad de Alexis, el Guaje se antoja fundamental para incrementar las cifras goleadoras del equipo. No en vano, la pasada campaña se echaron en falta en exceso los 20-25 tantos que promedia el asturiano. Ya había declarado estar en plenitud de condiciones. Y lo demuestra sobre el campo con las sensaciones que transmite.

Para redondear el sábado de buenas noticias, nuestro eterno rival cayó en mi tierra. Un auténtico "sevillarato" que nos deja a ocho puntos de los de Mou en apenas cuatro jornadas. Y lo que es mejor para nuestros intereses: parecen sumidos en una crisis de identidad de la que hay que tratar de sacar tajada. La historia demuestra que nunca hay que darlos por muertos. Si somos capaces de seguir sumando de tres en tres, puede que se llegue al enfrentamiento directo con ellos como mínimo con la distancia actual, lo que nos permitiría afrontarlo con toda la tranquilidad necesaria. Para ello, es fundamental sacar los próximos dos compromisos ligueros: Granada y Sevilla. No va a ser fácil, con la Champions de por medio. Pero si de algo es capaz esta plantilla es de conseguir los retos propuestos.

sábado, 1 de septiembre de 2012

Levántala tú, que yo no la quiero



Tres días después me decido a analizar lo sucedido en la vuelta de la Supercopa española. Tres días en los que me ha dado tiempo a masticar el cabreo inicial, a dejar distancia para valorar lo que el miércoles por la noche sentí, que no fue otra cosa que una impotencia tremenda al ver la primera media hora del Barça, absolutamente irreconocible sobre el terreno de juego.

Vaya por delante que, en mi caso, no se trata de ganar o perder. Obviamente, preferiría que mi equipo ganara siempre y levantara todo lo que hubiera en juego. Así ha sido en los últimos años y lo idílico de la situación nos hace ser exigentes con los jugadores que nos han llevado al éxtasis competición tras competición. Por supuesto que pueden perder. Es más, me atrevería a afirmar que sería lo normal: lo anormal, lo extraordinario, ha sido lo conseguido hasta ahora. Lo que ocurre es que hay una gran diferencia entre perder con el orgullo que se sacó en el segundo tiempo, que tuvo enmudecido al Bernabéu hasta el minuto 93, y el desastre colectivo que supuso la primera media hora, en la que se tiró por la borda el fantástico trabajo de la ida en apenas diez minutos.

Sí, han leído bien: se trató de un desastre colectivo. Aunque fallaron dos jugadores en concreto (Mascherano en el despeje y Piqué confiándose demasiado), los errores los considero fruto de la dejadez de todo el equipo, desde el primero hasta el último. Durante esos fatídicos treinta minutos, la delantera apenas presionó (en nuestro sistema, para que se consiga el perfecto engrasado de sus piezas, los delanteros son fundamentales en defensa y los defensas son básicos para iniciar los ataques), el centro del campo se empecinó en batallar individualmente, con regates absurdos, pases sin sentido, absolutamente previsibles, y demasiado estáticos en el juego sin balón. En estas circunstancias, la defensa se encontró vendida no una vez: una tras otra. Lo que ocurre es que, unas veces Valdés, otras la mala puntería de la delantera blanca y en otras la rectificación de los centrales malograron las numerosas ocasiones creadas.

Para alguien supersticiosa como yo, cuando algo empieza mal sólo puede empeorar. Así lo pensé cuando vi en el once titular a Jordi Alba y a Adriano. No deja de ser un contratiempo que Alves note molestias en el calentamiento, que tengas que incluir a otro jugador en frío y que te veas obligado a llamar de la grada a un descartado. Para colmo, el propio Adriano fue justamente expulsado y Tito tuvo que dar entrada a Montoya, que de estar cómodamente sentado en la tribuna pasó a lidiar con CR. Caprichos del destino, el descartado lo hizo mejor que el suplente, ya que la entrada del canterano serenó la defensa, que hasta entonces había tenido muchos problemas por esa banda.

Además de la empanada total del principio, hubo varios detalles del partido que no me gustaron en absoluto. Por ejemplo, un delantero como Alexis Sánchez no puede preferir tirarse al sentir el mínimo contacto a definir en el área cuando estaba en perfectas condiciones de hacerlo. Otro aspecto negativo es la escasa participación que está teniendo Leo Messi en el juego del equipo. Me tacharán de loca porque el argentino, que acortó distancias con un magistral lanzamiento de falta, ha iniciado la temporada arrollando las porterías rivales... Marca goles, sí, pero su participación en las tareas defensivas y en el juego colectivo sin balón está dejando mucho que desear. No sé si es falta de preparación física a estas alturas de temporada, si es porque Vilanova le exime de defender o si no se siente cómodo en el campo por algún motivo, pero el caso es que participa mucho menos en las triangulaciones y pide el balón al pie. Su juego es demasiado previsible y, cada vez que interviene, o tiene que sortear diez rivales o se le anticipan con facilidad.

Por el contrario, a pesar de la derrota (no nos engañemos: esta Supercopa no vale ni más ni menos que las tres anteriores que ganó este equipo; se le da importancia y relevancia porque es ante el eterno rival), hay varios aspectos para la esperanza. En primer lugar, el papel de Montoya: el chaval cumplió a la perfección, incluso tuvo la oportunidad de marcar al final, pero su disparo fue demasiado inocente. En segundo lugar, la reacción desde el banquillo: Vilanova es un tipo con personalidad al que no le tiembla el pulso a la hora sentar al que no está bien (Cesc ni calentó) y dar la oportunidad a quien él cree que se lo merece (caso de Tello). La mano del técnico se notó en los cambios y en no renunciar al estilo pese a jugar con uno menos (aunque yo hubiera sacado a Villa, por experiencia y por el pánico que hubiera cundido en la grada ante el Guaje). Por último, por fin parece que tenemos sustituto de garantías para Busquets: debutó Song y lo hizo sin amilanarse, dando velocidad al balón y jugando al primer toque.

En definitiva: primera derrota y primer título que se esfuma. Lo peor es que se dejó pasar la oportunidad de dar una estocada mortal al eterno rival, a cinco puntos en la Liga y sumido en la primera crisis de la temporada. Lo mejor es que en el fútbol siempre hay revancha y, a buen seguro, nuestros caminos se volverán a cruzar. De los jugadores depende aprender de los errores y mejorar. Esto es sólo el principio.